Con la transformación digital estamos viviendo una nueva revolución industrial, nuestra forma de trabajar cambió y tenemos que adaptarnos.
Por: Juan Ernesto Landaeta
Gerente de Soluciones Tecnológicas GTD
El tamaño de las empresas cada vez importa menos, no así el valor que aportan con sus ofertas disruptivas, especialmente a través de la experiencia al cliente para este nuevo escenario de pandemia y los múltiples cambios que se avizoran hacia el futuro.
Potenciar una cultura que se adapte a los cambios y las nuevas necesidades permite una relación más cercana con el mercado y una filosofía abierta a un ecosistema de Innovación y Desarrollo, lo que genera un escenario ideal para aportar conocimiento y proyectar el desafío de las soluciones de transformación digital.
En la base de la pirámide de la transformación, lo importante es apoyar a las empresas para generar resultados lo más rápido posible, con ayuda de aliados estratégicos que vienen con un desarrollo profundo de soluciones de clase mundial.
En nuestra experiencia, se requiere un “director de orquesta” que incursiona en una comunicación directa con el cliente y con expertos para áreas relevantes y muy distintas entre sí, como salud y minería.
Evolucionar los productos o actualizar y adaptar las empresas a los cambios no significa sólo digitalizar sistemas o incorporar bases de datos.
La transformación digital es cultural
Los clientes se vuelven cada vez más influyentes. Las reglas cambian, por ejemplo, por la mayor cantidad de startups en un ecosistema vivo y dinámico, como el que existe en el país.
Por otro lado, los millennials y centennials están buscando un mundo más ecológico y demandan empresas, bienes y servicios con una mirada en este sentido.
No es un proceso fácil, pues hay que cambiar la cultura corporativa, destinar recursos y entender a fondo las necesidades de la empresa.
Se trata de mejorar la relación con los clientes. Esto ya no es opcional, sino que forzado.
Estamos viviendo una nueva revolución industrial, nuestra forma de trabajar cambió y tenemos que adaptarnos a los cambios que enfrentamos.
La pandemia y sus consecuencias nos obligan a priorizar lo que necesitamos, tanto a nivel personal como empresarial.
Por esto, la evolución es inminente como una realidad que significa un cambio de proporciones.
Y para eso América Latina tiene una gran oportunidad, con más del 40% de población menor de 29 años y un ingreso a la educación superior que crece cada vez.
No sólo se trata de una tremenda oportunidad educativa, sino que en torno a la innovación. Eso es la transformación digital. O, al menos, lo que debemos lograr que sea.