Suele pensarse que hacer rendir el dinero es una preocupación típica de las personas asalariadas.
Pero emprendedores y trabajadores autónomos deben tener propias y mucho más serias precauciones de este tipo.
Casi en cualquier país de América Latina los emprendedores están comprobando que el sistema educativo es mejorable, en especial sí se refiere al dinero: tanto el ganarlo como el gestionarlo.
En general, los programas están diseñados para carreras universitarias, con poco espacio para la autonomía económica.
Según cifras tanto del BID como del Banco Mundial, más o menos el 95% del PIB de la región se genera en las pequeñas y medianas empresas. Esto nos ilustra la magnitud y gravedad de esta carencia.
Peor aún: las profesiones liberales, que bien podrían vivir sin patrono gracias a sus destrezas y conocimientos.
Nos referimos a médicos, contadores, abogados, periodistas, etc. Pero ellos también son entrenados para ser parte de grandes organizaciones.
Así que le corresponde a los postgrados de América Latina o en certificaciones y diplomaturas, fuera – regularmente – de las carreras tradicionales reeducar a las personas y formalas en Educación Financiera.
Gestionar dinero e incertidumbre
Y, si esta carencia formativa es una complicación en la vida de los que se mantienen situaciones de dependencia económica, resulta una vulnerabilidad grave para trabajadores autónomos y emprendedores.
Porque, es un hecho: si no es fácil llegar a la quincena o al fin de mes, es mucho más complicado hacer rendir el dinero que tenemos si no sabemos cuándo vamos a recibir más.
En general, se piensa que la Educación Financiera no enseña a “ahorrar para el futuro”. Pero esta es una vison limitada, muy cercana a la de quienes viven de su salario.
En realidad, la educación financiera debe servir para crear conciencia del valor del dinero en el tiempo y su adecuado manejo para lograr lo que necesitamos.
Esto puede ser tanto una mercancía, como un servicio o un artículo de primera necesidad.
Entonces, si queremos lograr que el dinero nos rinda, lo primero que debemos hacer es generar herramientas y conocimientos que nos permitan evaluar nuestras decisiones sobre el uso que hacemos de él.
Es decir, que nos permita entende donde lo estamos dejando y si es ahí donde deberíamos haberlo gastado.
Flujos de entrada y salida
En principio, debemos poder tomar decisiones y acciones informadas en cuanto al uso del dinero y a productos financieros.
También demos contar con los conocimientos y las habilidades que nos permitan tanto administrarlo como incrementarlo para nuestro bienestar y el de nuestras familias. Para ello sirve la Educación Financiera.
Una vez que entendemos esto podemos dar el siguiente paso que es “definir nuestro presupuesto”.
Al respecto, los especialistas de Creditea nos recuerdan que el presupuesto es una herramienta que nos permite organizar nuestro dinero y considera dos aspectos:
- La forma en que el dinero llega a nuestras manos (ingresos)
- Y cómo se va de ellas (gastos)
Gracias a esta herramienta, podemos llevar un registro de cuánto ganamos y cuánto gastamos: si realmente nuestros ingresos son pocos o, más bien, nuestros gastos son demasiados.
Para elaborar un presupuesto que nos permita tener mayor control sobre nuestro dinero, los especialistas de Creditea recomienda elaborar el presupuesto, teniendo en cuenta los siguientes pasos:
- Establece un periodo de tiempo para realizar tu presupuesto (semanal, quincenal o mensual). Escoge el periodo que mejor se adapte a tus ingresos y egresos.
- Escribe todos los ingresos que esperas recibir, así como todos los gastos que planeas realizar, procurando anotar la descripción y el monto.
- Separa los ingresos de los gastos y procura anotarlos en secciones diferentes para que tengas plenamente identificados cuáles son gastos y cuáles ingresos
- Anota con detalle todo. Suma todos tus ingresos por una parte y tus gastos por otra, y luego procede a restar para ver la diferencia. De esta manera podrás detectar si estás equilibrado o si existe algún desbalance en tus finanzas.