El IoT y su base en BitSence, la herramienta que analiza el movimiento de ciudadanos de forma pasiva para que el diseño responda a sus necesidades.
Muchos de nosotros nos hemos preguntado en alguna ocasión si, realmente, se puede volver convertir en “inteligentes” a ciudades que fueron creadas, concebidas, y diseñadas (en el mejor de los casos) para ser más o menos lo que son y no nada mejor, mucho menos amigable o en armonía con el ambiente.
Oímos hablar por todos lados de la “Transformación Digital” y esperamos que la misma sea aplicable a estos caso y podamos volver “Smart cities” a nuestras atorrantes, desarticuladas y abarrotadas ciudades de América Latina.
Y es que esperamos que el concepto de ciudad inteligente vaya más allá del “diseño amigable” a menos que esto signifique intentar hacer felices a la gente que las recorre de punta a punta.
Es un hecho, de nada sirve que una ciudad tenga un diseño bonito y moderno si este no facilita el día a día de sus habitantes:
• ¿De qué sirve construir grandes avenidas principales si la ciudadanía se abarrota en otras rutas periféricas?
• ¿Para qué crear zonas verdes en partes de la urbe que sus habitantes nunca pisan?
El planeamiento urbano debe basarse en un estudio racional de las necesidades de la población para ofrecerles las mejores soluciones. Pero eso no siempre pasa, y al final son las personas las que se ven obligadas a adaptarse a las ciudades en las que viven.
Para darle la vuelta a este paradigma, el desarrollo del internet de las cosas (IoT) y los análisis de big data pueden aportar valiosa información sobre los patrones de comportamiento de los urbanistas para ayudar a que los planeadores urbanos mejoren el diseño de los espacios.
La IoT como recurso…
Esa es justo la información que ofrece la urbanista costarricense Arianna Salazar (29) a través de BitSence. Esta investigadora doctoral en el MIT (EEUU) y cofundadora de la compañía ha desarrollado una tecnología que combina hardware y software para detectar y analizar la actividad de los peatones e información ambiental (cantidad de luz, calidad del aire, temperatura, nivel de ruido, etcétera).
Gracias a esta propuesta, Salazar ha sido elegida por MIT Technology Review en español entre los 35 ganadores de Innovadores menores de 35 Latinoamérica 2017.
“La detección de las personas se hace a través de los dispositivos inteligentes que llevan”, explicó la joven.
Los sensores detectan las señales que emiten estos aparatos al conectarse a las redes y, de esta manera, los identifican de manera pasiva, sin que tengan que tengan que hacer nada.
Una vez identificado, el software traza los movimientos de la persona dentro del radio de acción, que la investigadora plantea en una escala de varias manzanas.
El análisis de la información de todos los habitantes permite calcular parámetros como:
• El número de personas que transitan un espacio
• cuánto tiempo permanecen en él…
• … y con qué frecuencia.
Todos estos datos y análisis los visualiza la plataforma web de Bitsence que, además, genera un informe semanal.
Más allá de la teoría
La empresa ya está colaborando con la ciudad de Boston (EEUU) en un proyecto piloto de Local Sense Lab, destinado a obtener datos que para guiar las intervenciones urbanísticas en el distrito de Downtown Crossing.
Allí han monitorizado la actividad peatonal en CUATRO (04) manzanas alrededor de un mercado al aire libre. Con estos datos puede estudiarse, por ejemplo, dónde colocar mobiliario urbano o ver el impacto que tiene el ruido de unas obras en horario comercial.
“Una gran ciudad no tiene la capacidad de procesar la ingente cantidad de datos que produce”, afirma la investigadora, quien cree que iniciativas como Local Sense Lab serán replicadas para que empresas y otras organizaciones “analicen los problemas, obtengan los datos y planteen a los gobiernos municipales propuestas de soluciones”.
Según la socia fundadora de Urban Living Futures, Mikele Brack, la tecnología desarrollada por Salazar “parece útil e intuitiva para todas las partes implicadas, incluidos los ciudadanos y las autoridades civiles”.
Esta miembro del jurado de Innovadores menores de 35 Latinoamérica 2017 cree que “probablemente tendrá también aplicaciones más allá de la planificación urbana“. La joven innovadora es consciente de ello.
“Este tipo de análisis también puede usarse en interiores, como en una oficina de distribución abierta o un espacio de coworking, en donde pueden identificarse áreas de bajo rendimiento, optimizar el uso de espacios, el manejo de las salas de reuniones y espacios compartidos”, concluye Salazar.