Thales presenta la primera tarjeta en el mundo hecha de material de origen biológico. El uso de PVC (plástico de origen del petróleo o de fósiles) se reduce en un 82%
Por Christian Ariza, Marketing & Business Development para México y Centroamérica – Banca & Servicios de Pago de Thales
El desarrollo de la estrategia del ciclo de vida de una tarjeta ecológica es parte de un enfoque más global en el que los bancos tienen que seleccionar tecnología, procesos y productos que den como resultado una reducción sustancial de su huella de carbono y el desarrollo de prácticas sustentables.
Para el mercado financiero, uno de los principales productos son las tarjetas bancarias biodegradables elaboradas con Ácido Poliáctico (PLA). Un tipo de plástico producido a partir de materias primas renovables, específicamente, maíz cultivado, para este fin, haciéndolo que sea un material más sostenible que los elaborados a partir de fuentes fósiles como PVC (cloruro de sodio y aceite) y PET (aceite).
Asimismo, al usar PLA se ofrece la misma experiencia para el cliente, reduce el uso de PVC en la tarjeta y finalmente, cuando la tarjeta llega a su fecha de caducidad y es necesario desecharla por medio de la incineración, no genera humos tóxicos a diferencia del PVC, que crea contaminación tóxica. De esta manera, se apoya a los bancos en la adopción de medidas para la sustentabilidad y las prácticas ecológicas.
Sustentabilidad y prácticas ecológicas
Thales, con sus servicios y soluciones de tarjetas de pago, está apoyando a los bancos en la toma de acciones hacia la sustentabilidad y las prácticas ecológicas.
En particular, la compañía ha desarrollado un conjunto completo de herramientas que permite a sus clientes bancarios construir una estrategia ecológica consistente.
El reciclaje de tarjetas es sin duda un desafío para muchos bancos, pero con los rápidos avances que ocurren todo el tiempo en todo el sector, existe una oportunidad real para impulsar el cambio. Con las crecientes expectativas de los consumidores con respecto a las iniciativas ambientales, se puede ofrecer un conjunto completo de herramientas para construir un paquete ecológico sólido que vaya más allá de las afirmaciones de lavado de imagen verde (greenwashing[1]).
Uno de los diferenciales del producto es que, aunque es biodegradable, no pierde sus características de durabilidad y atractivo estético. Y para reforzar las iniciativas sostenibles del banco, también se implementa un proceso de destrucción y re-fabricación de tarjetas. Además, la producción cuenta con la certificación OK Biobased, otorgada por Tüv Austria, y sigue los protocolos internacionales de control de impacto ambiental.